Los deberes del profesor




La actividad de hoy consiste en comentar las funciones del profesorado recogidas en el artículo 91 de la Ley de Educación (tanto de la LOE como de la LOMCE) basándonos en el documental del 2010 “Un pulso al fracaso”, que busca visibilizar la realidad de aquellos estudiantes vistos como “fracasados” por parte de la sociedad que, tras recorrer una infinidad de centros de educación, se ven con un fututo poco prometedor y cercano a la exclusión social. Lo que muestra el documental es la labor que llevan a cabo algunos centros (concretamente dos del barrio de Vallecas, en Madrid), que, antes que intentar transmitir unos conocimientos curriculares, buscan conocer al alumnado, investigar las causas de su “fracaso”, influir sobre el adolescente e intentar que retome su vida con mayor autoestima y esperanza de futuro escolar y laboral.

Atendiendo al artículo 91 de la Ley de Educación, son doce las funciones del profesorado:

  • La programación y la enseñanza de las áreas, materias y módulos que tengan encomendados. Un profesor debe transmitir el conocimiento del que se presupone que es experto, conseguir que los alumnos comprendan los contenidos de su materia y conseguir que memoricen e interioricen aquello que pueda ser más importante, útil o interesante. Sin embargo, como se ha podido ver en el documental, esta programación y esta enseñanza muchas veces no se puede llevar a cabo: se afirma en el vídeo que los profesores de esos centros especiales para alumnos que sufren “fracaso escolar” son conscientes de que al final del curso no habrán terminado la materia, y esto es así porque priorizan otros aspectos de la educación, como los valores éticos, la eliminación de los conflictos en clase o el tratamiento personal. Es fundamental que un adolescente tenga unos conocimientos básicos sobre las principales materias, pero sin olvidar que cada alumno es un mundo aparte y que la labor docente también busca crear buenos ciudadanos.
  • La evaluación del proceso de aprendizaje del alumnado, así como la evaluación de los procesos de enseñanza. Esta función está estrechamente relacionada con la anterior. Una vez sabemos qué queremos lograr (enseñar sintaxis o ecuaciones de segundo grado y además conseguir un buen ambiente en el aula y que los alumnos sean más respetuosos), un buen profesor debe evaluar ese aprendizaje, para ver si cumple los objetivos y para solucionar aquello que no termine de funcionar. Además de evaluar al alumno también debería evaluarse a sí mismo, porque un profesor no es un robot y, por lo tanto, puede hacer las cosas bien o mal. Esta evaluación es fundamental en los casos que se enseñan en el documental, porque un fallo del proceso de enseñanza puede ser terrible, ya que va más allá de que el alumno no consiga aprenderse las capitales europeas, sino que puede terminar con su abandono definitivo de la enseñanza.
  • La tutoría de los alumnos, la dirección y la orientación de su aprendizaje y el apoyo en su proceso educativo, en colaboración con las familias. Un profesor, y más en el caso de los protagonistas del documental, debe orientar al alumno, tutorizarlo, intentar entender su manera de actuar para saber por qué ha fracasado en anteriores institutos y cuál es su punto fuerte que le pueda dar un plus de autoestima y ganas de superación personal. La colaboración con las familias es fundamental, como ya comenté en otro post, porque el adolescente pasa solo unas horas en clase (y en el caso de alumnos conflictivos, pocas horas) y muchas más con la familia. Al final del documental el director del centro habla de cómo los alumnos que han terminado allí son víctimas de muchos factores, entre los que sin ninguna duda se encuentran los profesores y las propias familias.
  • La orientación educativa, académica y profesional de los alumnos, en colaboración, en su caso, con los servicios o departamentos especializados. Un profesor debe orientar educativamente a sus alumnos en la medida de lo posible, dejándole ver cuáles son sus puntos fuertes y débiles para facilitar su posterior toma de decisión para futuros estudios o trabajos. Una vez más, esta labor se vuelve fundamental en los centros para alumnos con problemas educativos: una buena orientación va a permitir que el alumno pueda ver qué se le da bien, qué le gusta, a qué se podría dedicar…
  • La atención al desarrollo intelectual, afectivo, psicomotriz, social y moral del alumnado. Esta labor se une a las dos anteriores: el profesor debe intentar saber cómo es su alumno no solo desde un punto de vista docente, sino desde un punto de vista humano. Si cabe, esta es una de las labores más importantes en casos como los del documental, ya que muchos casos provienen de malas experiencias pasadas, traumas, deficiencias afectivas, baja autoestima…
  • La promoción, organización y participación en las actividades complementarias, dentro o fuera del recinto educativo, programadas por los centros. Como en la escuela se debe enseñar, pero también educar, las actividades que se salen de lo estrictamente académico también son importantes para desarrollar otros aspectos de la personalidad del alumnado, así como para enseñarle lo práctico de lo aprendido en clase. El profesor debe implicarse en ellas, lo que, a la larga, favorece las labores anteriores, porque, fuera del aula, el profesor podrá conocer otras facetas de sus alumnos y así conocerlos mejor.
  • La contribución a que las actividades del centro se desarrollen en un clima de respeto, de tolerancia, de participación y de libertad para fomentar en los alumnos los valores de la ciudadanía democrática. Una vez más se trata de educar a los alumnos como ciudadanos respetuosos que conocen la sociedad en la que se van a mover y que van a respetar unos valores de tolerancia. Para ello, el profesor debe ser el primero en ponerlas en práctica.
  • La información periódica a las familias sobre el proceso de aprendizaje de sus hijos e hijas, así como la orientación para su cooperación en el mismo. Esta labor está recogida ya en la tercera, y habla de lo importante que es la colaboración entre la familia y el centro docente para facilitar el aprendizaje del alumno.
  • La coordinación de las actividades docentes, de gestión y de dirección que les sean encomendadas. Un instituto es una comunidad, y en toda comunidad cada uno debe asumir una serie de responsabilidades. El profesor debe gestionar todo aquello que le sea encomendado. En el caso de los centros del documental, esta labor también es fundamental, porque la labor que se lleva a cabo en esa comunidad es tan importante que debe tener una buena organización.
  • La participación en la actividad general del centro. Los profesores deben, como ya he comentado en la anterior labor, participar de la comunidad en la que trabajan, pero no solo coordinando y gestionando, sino también relacionándose con el resto de los miembros.
  • La participación en los planes de evaluación que determinen las Administraciones educativas o los propios centros. Esta labor está relacionada con las dos anteriores, pues si un centro es una comunidad y un profesor debe no solo relacionarse con el resto (en la medida de lo posible) y gestionar y coordinar aquellas tareas que se le pidan, también debe participar en los planes de evaluación, aportar su visión, construir entre todos. En los centros como los del documental, es importante que todos los profesores comenten sus propias experiencias para que entre todos puedan llegar al mejor de los sistemas.
  • La investigación, la experimentación y la mejora continua de los procesos de enseñanza correspondiente. Evidentemente y siguiendo las anteriores labores, un profesor debe analizar su método de evaluación, compartirlo con el resto de los profesores y buscar mejorarlo constantemente. Los alumnos lo agradecerán.
  • Todo esto se debe realizar, además, bajo el principio de colaboración y trabajo en equipo. Viene a remarcar una vez más la necesidad de cooperación, de colaboración entre los distintos profesores, entre profesores y la dirección del centro y entre profesores y familias.

Me ha gustado mucho el documental, me ha parecido muy motivador ver cómo en este país hay docentes que no solamente buscan un buen puesto de trabajo o enseñar su materia, sino que se implican con sus alumnos, buscan hacerles mejores personas, o al menos hacerles ver que pueden mejorar si se lo proponen. Me han parecido muy significativos dos declaraciones de dos de esos jóvenes que parte de la sociedad ve como “fracasados” y que me gustaría remarcar: una es la de Ainara, que decía sentirse frustrada al ser juzgada constantemente, al ver que, incluso cuando intentaba hacer algo bien, siempre acababa siendo criticada; quizá el mérito esté en que intente hacer algo bien, independientemente de cuál sea el resultado. La otra es una declaración conjunta: varios de los adolescentes entrevistados, ante la pregunta “¿cómo crees que eres?” respondían, entre otras cosas, “soy cariñoso”. El director del centro afirma cómo el problema de muchos de esos jóvenes se encuentra más allá de los resultados académicos, cómo la mayoría tiene unas ganas inmensas de demostrar que valen para algo. Los profesores tienen ahí la labor más importante: demostrar que eso es verdad.

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