Malas influencias
Dicen que lo más
importante que debes hacer a lo largo de tu vida es conocerte a ti mismo y,
que, partiendo de ahí, podrán comprender a los demás y al mundo que te rodea.
Partiendo de esta premisa, realizamos el otro día en clase un par de
actividades para nada convencionales: un test de liderazgo y uno de
autoconocimiento. El segundo fue el más divertido, ya que, en vez de analizar
nuestros propios resultados, debíamos analizar el de otro compañero. Nos reímos
un rato.
La reflexión del
blog consiste en darle una vuelta a las siguientes profesiones: coach, tutor,
orientador, asesor e influencer. ¿Qué tienen en común? ¿En qué se diferencian?
Está claro que todas tienen algún que otro elemento en común: por ejemplo, en
todos los casos se ejerce una especie de influencia sobre los demás; la
responsabilidad es, por lo tanto, muy grande. La diferencia es en qué ámbito
estas personas influyen en los demás: el coach anima y aporta ejercicios de
confianza; el tutor ayuda al alumno en su itinerario académico; el orientador
también ayuda al alumno, pero en un ámbito cívico; el asesor, entendido como
asesor financiero, da consejos y encauza el dinero; por último, el influencer,
cuyo “trabajo” no está muy definido, ni remunerado, ni reconocido, influye en
la sociedad marcando pautas de comportamiento, de modos de vestirse, etc.
¿Se debería
incluir alguna profesión a las anteriores? Quizá incluiría la de periodista
(resulta innegable el poder de convicción de los medios de comunicación y su
capacidad para moldear la mente de los ciudadanos), la de político, ya que, representando
al conjunto de la ciudadanía, influye en la actuación de esta, en su manera de
pensar; también incluiría, aunque en menor medida, ya que no es el objetivo
fundamental de su trabajo influir en las personas, a los filósofos y a los
artista, en la medida en la que, con sus obras y sus juicios buscan retratar,
definir o criticar algunos aspectos de nuestra sociedad y, por lo tanto, pueden
influir en el comportamiento o en la visión de las personas. El menor impacto
de estos últimos quizá se deba a la infravalorización de las humanidades en el
mundo contemporáneo.
Si quisiera que
alguien de mi entorno se iniciara en alguna de las profesiones anteriores,
debería tener claro en cuál de todas, porque los caminos de acceso son muy
dispares: quizá la más fácil es la de tutor, para la cual, mi hermana, por
ejemplo, debería estudiar un grado, hacer después el máster de educación
secundaria (en el que me encuentro ahora) y aprobar unas oposiciones; así se
encontraría frente a una maravillosa clase de la ESO, ¿con los conocimientos
suficientes y la base necesaria para hacer frente a todos lo que eso supone?
Eso es otra historia… Quizá sea más fácil que trabaje de influencer, total, ya
tiene un par de miles de seguidores en Instagram y edita bastante bien las fotos
que va subiendo…
Al final todos somos influencias en la vida de quienes nos rodean, educamos y nos educan, y nos dejamos influenciar o nos influyen sin que podamos evitarlo. Es importante que, aunque lo hagamos de manera involuntaria, seamos conscientes de que lo hacemos, porque así al menos tendremos que pensar antes de hablar y actuar y cuidaremos nuestra forma de ser para que lo que proyectemos sea siempre positivo.
ResponderEliminarCompletalmente enamorada de las fotos que acompañan tus textos. :)